jueves marzo 28 de 2024

Ingeniero de U. Nacional devuelve la sonrisa a niños sin manos

12 octubre, 2014 Salud, Tecnología
Danile con su prótesis

Danile con su prótesis

Mediante la aplicación de la tecnología de impresión 3D, un ingeniero de la Universidad Nacional de Colombia crea prótesis que devuelven la sonrisa a niños afectados por la amputación o malformación genética de una de sus extremidades superiores.

A Daniel, quien nació sin su mano izquierda por causa de un síndrome (bridas amnióticas) que afectó la placenta de su madre durante el embarazo, le implantó una mano mecánica, dándole vida a su personaje infantil favorito: Robocop.

Gracias a ello, el chico monta en bicicleta, toma un vaso de leche sin miedo a que termine en el suelo, se ata los cordones de los zapatos o agarra una hoja de papel con una mano para cortarla con la otra, según lo relata Gorka de Tomas López de Unimedios Bogota en un informe publicado por la Agencia de Noticias de la Universidad Nacional.

El autor de este “milagro” es el ingeniero Christian Silva, integrante del grupo de investigación en Biomecánica de la U.N., quien explica que el dispositivo está compuesto de ABS (acrilonitrilo butadieno estireno) en los dedos y el soporte y para evitar el contacto directo con el muñón se utiliza un material especial para ortopedia que no produce reacciones alérgicas y evita cualquier roce o daño en la piel; y para los tendones se implementó nailon, que permite realizar los movimientos.

Mediante este artefacto ortopédico, el paciente consigue la rehabilitación de la musculatura y de las articulaciones que se han dejado de usar por la amputación, trauma o daño congénito. Asimismo, adquiere mayor funcionalidad de su extremidad, ya que recupera las funciones básicas de la mano, tales como movimientos de pinza y agarres, reseña el informe.

Explica que la mano mecánica se apoya en un mecanismo de poleas. Su diseño se realiza mediante un prototipo estable y de fácil colocación. Está construida con una impresora 3D, lo que hace que el costo sea mínimo, además su funcionalidad es comparable con la de las prótesis mioeléctricas que se venden en el mercado a un costo 200 veces superior, es decir, de 20.000 a 40.000 dólares aproximadamente.

“El proceso podría tardar un día, pero por motivos laborales me demoro de uno a dos meses”, señala el investigador, quien aún no dispone de un escáner 3D portátil, para realizar las medidas más rápido, ni de una impresora de última generación, lo que le impide imprimir todo en una sola pieza.

El ingeniero trabaja en particular con niños entre tres y diez años, porque a estas edades se logra un porcentaje muy alto de adaptación.

Sin embargo, advierte que ese no es un requisito exclusivo, pues también se pueden beneficiar personas en etapa laboral.

Los únicos requisitos que exige es ser una persona de escasos recursos y tener interés en entrar en el proceso de adaptación.

La iniciativa ha podido hacerse realidad a través del convenio con tres empresas: dos, de egresados de la Universidad Nacional (Prototype 3D y Matriz Humana) y una, de la Universidad de los Andes (Bogohack), las cuales apoyan la elaboración de las prótesis para los pacientes identificados y los potenciales.

Daniel, quien anhela llegar a ser dibujante, presume de su nueva mano y muestra la marca Robocop, que pidió que le pusieran. “Es uno de mis personajes preferidos y ahora soy como él”, afirmó el pequeño y aseguró que se siente “tecnológico”, agrega la nota.

“Está contento de poder mostrarle a sus compañeritos que ahora tiene dos manos como ellos”, contó Alejandra Galeano, con todo el orgullo que puede sentir una madre cuando ve sonreír a su hijo.

Según lo destaca el reporte, Colombia tiene actualmente 2.632.255 personas con discapacidad, correspondientes al 6,4 % de la población. El 79 % se encuentra en estratos 1 y 2, tan solo el 3 % finaliza la secundaria y únicamente el 13 % de los que se encuentran en edad productiva tienen acceso al mundo laboral.

“Nuestro único propósito es mejorar la calidad de vida de las personas que tengan la necesidad de una prótesis de mano y depositar nuestro grano de arena en responsabilidad social, aplicando los conocimientos adquiridos en la UN, en pro del beneficio y desarrollo de Colombia y con miras a motivar a otras personas a que se unan a este tipo de iniciativas”, afirmó el investigador.

Mientras hablaba, el ingeniero Christian Silva se disponía a preparar el molde para “devolverle” una manito a la niña María Estefanía, cuyos padres la trajeron desde Puente Nacional (Santander) al laboratorio de la U.N. sede Bogotá para dar comienzo al proceso.

“Ha sido muy duro. Intentas buscar un culpable y acabas señalando a la persona que tienes junto a ti; sin embargo supimos salir adelante y después de esto podemos ver mucha más luz al final de túnel”, admitieron sus progenitores.

“Cuando comenzamos a ver prótesis o trasplantes lo veíamos muy lejano, pues no contamos con recursos para viajar. Entonces, empezamos a tocar puertas, pero ninguna se abrió como esta”, comentó su padre.

Para un crecimiento sostenible del proyecto, el ingeniero dijo que debe existir el acompañamiento de personas en calidad de padrinos o ángeles de los niños, que permitan hacer el mantenimiento y ajuste del artefacto ortopédico según su crecimiento.

“Si finalmente se masifica el servicio, como es mi idea, voy a tener que contar con ayuda para no colapsar y seguir sirviendo a las personas que lo necesiten”, concluyó.

 

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