lunes marzo 18 de 2024

Aviario Nacional de Colombia, para cogerlo a picos

La exótica Grulla corona, reina anfitriona del Aviario Nacional de Colombia, ubicado en la Isla de Barú, a solo 14 kilómetros de Cartagena. Foto: La Pluma & La Herida

Ricardo Rondón Ch.

La Pluma & La Herida

http://laplumalaherida.blogspot.com/

Como vestida por Silvia Tcherassi para el Carnaval de Barranquilla, la bella y glamurosa Grulla corona se pavonea para deleite de los fotógrafos en el vestíbulo de entrada del Aviario Nacional, paraíso sagrado de picos y plumas, en un país exótico como Colombia, con mayor diversidad de especies en el mundo: alrededor de 1.900.

-Cuidado, nene, no te acerques mucho que te pica-, advierte una dama de pava real a un chiquilín que empieza a despuntar los primeros pasos.

-Tranquila, señora –riposta un guardabosques-. Ella es mansita, pero por disposiciones administrativas, no se puede tocar.

La Grulla corona exhibe orgullosa su frondoso plumaje, cual abrigo de cóctel en tonos grises, suaves, cenizos y opacos; sus patas largas y firmes como trípodes; y su cabeza variopinta de comparsa rematada en esa lluvia de oro que es su cresta punkera.

No cabe duda que la Corona es la indiscutible reina anfitriona de este parque, sin descontar su amo y señor, el Cóndor de los Andes, en vía de extinción, o el Águila arpía, la más grande y fuerte del planeta, que comparten nicho especial en las profundidades de este parque natural, único en Colombia, de los cinco que hay en América, que comprende siete hectáreas con tres ambientes ecosistémicos (selva húmeda tropical, litoral y desierto), propios para el hábitat, el desarrollo y la reproducción de las 1.800 aves promedio, divididas en 145 especies. De ahí que al ingreso recomienden proteger la piel con repelente.

Imponente el Cóndor de los Andes, símbolo de la soberanía nacional, amo y señor de este parque natural, orgullo de Colombia. Foto: la Pluma & La Herida

El recorrido por los senderos dispuestos para el avistamiento depara un promedio de dos horas, que se puede prolongar si de plan ecoturístico y de investigación se trata, cámara fotográfica y libreta en mano para registrar nombres (con su respectiva razón científica), procedencia, características y demás minucias de todas y cada una de las aves que, durante el trayecto, van apareciendo en los módulos y tablones de guía, entre siete cueros, caracolís, peinemonos, trementinos, ceibas, cedros, palmas, higuerones y mangles, y otros arbustos paradisíacos que dominan el paraje aviario.

De repente, el visitante cauteloso o desprevenido se deja sorprender por esta fiesta multicolor de picos y plumajes en diferentes tonos y tamaños, y esa sinfonía indescifrable que solo se produce en las entrañas de esta catedral gótica de la naturaleza que es el Aviario Nacional de Colombia. De modo que no hay sino que extender generosa la mano o descubrir el hombro o la cabeza, para que un carpintero, un gorrión, un lorito papayero o un azulejo palmero, decoren la postal o la selfie del recuerdo.

Una guacamaya de vistoso plumaje revisa cómo le quedó el ‘manicure’. Foto: La Pluma & La Herida 

Nombres para refrescar la memoria de las clases de biología y ciencias naturales del bachillerato, y otros que ameritan subrayados y notas especiales por la excéntrica belleza de las especies y su exquisitez fonética:

El Paujil culicastaño, el Paujil copete de piedra, la Pava negra, la Pava canosa, la Pava llanera, el Gallito de sierra, el Barranquero, la Tucaneta culiroja, la Tucaneta esmeralda, el Pichi bandeado, la Oropéndola crestada, el Arrendajo, el Carriquí violáceo, el Pato colorado, la Paloma corraleja, el Gallito de roca, el Perico carisucio, la Polla azul, el Aruco, la Corocora, el Íbis escarlata, el Azulejo palmero, el Sinsonte, el Canario costeño, la Urraca parlanchina, la espigada Cigüeña, el Cardenal guajiro, el Alcaraván, el Gavilán coliblanco, la Paloma cardonera, el Pavo barrequete, el Pisingo, el Pato crestudo, el Ganso egipcio y el Ganso del Orinoco, el Cisne culinegro, el Águila arpía, y el imperdible lago de los Flamencos rosados, que afianza la idea de un Dios creador, fuente de belleza e inspiración sobrenatural, entre tantas especies.

El hábitat de los Flamencos rosados deja absortos a visitantes de todas las edades. Foto: la Pluma & La Herida 

En Martín Pescador, que es una estación para el refresco y para darle rienda suelta a las provocaciones de los párvulos, la dependiente del quiosco recomienda la paleta de mango biche con sal, que a mitad de recorrido es un embeleso entre paladares.

Más adelante, como en un santuario elaborado por las estilizadas y frondosas ceibas, y por una maraña de bejucos, lianas y odoríficos musgos, otean al intruso los soberanos cóndores. Dos de ellos fueron traídos a principios del año pasado de Chile. Reinan en un espacio de treinta por dieciocho metros, y son motivo de atención e investigación de biólogos y expertos para su cuidado y reproducción.

Cuando se habla de que Colombia es el país a la vanguardia en diversidad de aves, la dirección del Aviario Nacional sostiene alianzas con peritos y científicos de la Universidad Nacional, el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenibles y el Sistema de Información sobre Biodiversidad de Colombia, en aras de incrementar el número de especies, por ahora 1900 aves identificadas, de las 10.425 que existen en el mundo.

Su majestad la Cigüeña, otros de los atractivos del Aviario Nacional de Colombia. Foto: La Pluma & La Herida 

El Aviario Nacional de Colombia se inauguró en febrero de 2016, pero una década atrás, por iniciativa del ambientalista Rafael Vieira, se dio inicio a su planeación, al diseño de sus ambientes, a la construcción de los hábitats, senderos peatonales, zonas de hidratación y descanso, tiendas de suvenir, y  lo más importante, el trabajo científico y pormenorizado para garantizar la seguridad y la reproducción de la población aviaria. Varias de las aves llegaron en mal estado, producto del tráfico ilegal de especies que azota al país. Hoy están a salvo y recuperadas.

El logo que identifica este paraíso, no podía ser otro que el Cóndor de los Andes, sólo que el que aparece en el programa de mano que ofrecen a la entrada, está transfigurado en la memorable obra de arte que con sus ráfagas multicolores de cielo y fuego, hizo célebre el Cóndor del maestro Alejandro Obregón, símbolo de soberanía y libertad.

El Aviario Nacional ofrece una guía científica y detallada de sus especies. Foto: la Pluma & La Herida 

De regreso,

los visitantes absortos de picos y plumajes de todos los colores y variedades, coinciden en el elogio unánime de que “Colombia definitivamente es un paraíso, con todas las miserias e iniquidades que desata la corrupción de los políticos”. Nadie lo pone en duda. Es una verdad de a puño. Y qué lástima que esa rara avis politiquera no sea la que se encuentre en vía de extinción.

Como al ingreso, la Grulla corona sigue siendo motivo de atención tras las cámaras y los celulares de grandes y chicos. Y ella, coqueta, no cesa de pavonearse en su propia pasarela.

El Paujil de pico rosado, otra especie en vía de extinción. Foto: La Pluma & La Herida

Aviario Nacional de Colombia

Ubicación:

El Aviario Nacional de Colombia se encuentra en Isla de Barú a 14.Kms. ( 40 minutos) de Cartagena, después del corregimiento de Santa Ana, cerca a la paradisíaca y bellísima Playa Blanca.

Cómo llegar:

-Por carretera, cruzando el puente Campo Elías Terán.

-Por mar, llegando a Playa Blanca, y se desplaza en vehículo, aproximadamente 8 minutos.

-La mayoría de agencias de turismo incluyen este tour en sus servicios.

Horarios:

El parque está disponible todos los días, de 9:00 a.m. a 5:00 p.m.

Ingreso hasta las 4:00 p.m.

Valor entrada:

Adultos: $35.000

Niños: $30.000

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