viernes marzo 29 de 2024

El Ojo del Halkón De dictaduras y credibilidad política

Por Rubén Darío Mejía Sánchez

 Dirán mis lectores que yo quedé muy marcado con la vida de mi abuelo y la verdad que si, porque él me enseñó sobre los hombres que sabían poco, los que sabían mucho, los que se las daban de saber y de los sabios, y modestia aparte mi abuelo era un verdadero sabio.

Nunca lo vi llorar, ni siquiera cuando María Brígida, su esposa y mi abuela, se fue de este mundo, fue un hombre fuerte y lo único que le escuché fue agradecer al Creador, por la compañía de esa mujer menuda y morena que estuvo a su lado por muchos años, de cuya unión hubo siete hijos que fueron el orgullo de la raza y de una bella mezcla entre colombianos y españoles, que hicieron parte de los grandes colonizadores de Antioquia.

Hago esta introducción para darle crédito a mi abuelo, quien un día nos explicaba que el mundo antes que mejorar se dañaba día a día y que los grandes estudiosos utilizarían su inteligencia para intereses propios y para terminar con la vida del planeta y de sus semejantes. Según él la guerra es un cáncer que no termina, por los egoísmos y los odios de los seres humanos que desde los comienzos de los siglos han tenido más inclinación hacia las cosas malas que buenas; porque los buenos no son muchos, aunque a veces se trataba de dar alientos y esperanzas al decir a sus herederos que recordáramos que al fin y al cabo los buenos éramos más que los malos y de verdad en eso creo, porque en Colombia somos más los buenos que los malos.

Al mirar lo que está pasando en estos momentos en el país nos damos cuenta que las cifras han disminuido hasta casi cero de los muertos en combate entre guerrilla y el ejército y leía un informe del Hospital Militar Central de Bogotá, en donde las camas que se utilizaban para atender a cientos de soldados heridos ahora están siendo destinadas para atender a mujeres embarazadas y neonatos; lo que quiere decir que se ha pasado de la muerte a la vida haciendo que haya esperanza para un mundo mejor y donde hago votos que del pesimismo de mi abuelo sea nulo.

Decía en el título sobre las dictaduras y credibilidad política; pues empecemos por las dictaduras, ese mal que ha hecho que la humanidad cada día se sienta más arrinconada y robada en sus derechos porque los ciudadanos se pueden considerar como presos en sus propios países de las locuras y el dominio de un hombre rodeado de otros que le rinden tributo y lo acompañan para sacrificar de una o de otra forma a personas inocentes y a robarse lo poco o mucho económico con que se cuenta.

Con el lema de ayudar a guardar la Constitución y de dar apoyo a los más necesitados, entran estos lobos vestidos de ovejas a quienes les interesan sus asuntos personales y no los del pueblo; eso es lo que está sucediendo en la República Bolivariana de Venezuela, en donde estamos seguros que el general Simón Bolívar, como se dice coloquialmente, se revuelca en la tumba al ver las atrocidades que se cometen contra su pueblo, por quienes salieron del mismo y ahora hacen de las suyas sin respetar la ley y el orden constitucional.

En Venezuela, para Nicolás Maduro no existen leyes ni Dios, no respeta a nadie, se siente con superpoderes y ha comenzado a terminar con la gran riqueza, no solo económica sino social de un país que había sido ejemplo de superación antes de la llegada de Hugo Chávez Frías, en donde empezó el acabose y donde se creyó que Maduro enderezaría las cargas, pero con Diosdado Cabello a la sombra se veía llegar el terror y la desgracia, para que quienes piensan bien y que saben que la mayoría de los que forman parte de la constituyente han infringido de una manera u otra la ley.

Pusieron un fiscal de bolsillo, porque la fiscal que estaba comenzaba a investigar cosas bien a fondo que se han hecho en contra del pueblo y a nombre de la Constitución Nacional pero no se sabe hasta cuándo van a aguantar los venezolanos de bien que han comenzado a emigrar y buscar nuevos horizontes traspasando la frontera.

La violencia, el abuso del poder y la mentira son las bases de una dictadura naciente en el vecino país, en donde no se han dado cuenta que comienzan a quedarse solos en la región y a nivel mundial; pero Maduro se cree poderoso y como se lee en el Libro Sagrado, no se da cuenta que se está sintiendo tan seguro y puede caer de un momento al otro y lo peor del cuento es que ya ha cerrado las puertas hasta en donde quienes se dijeron ser sus mejores amigos.

Mercosur lo sacó de sus filas, Ecuador y Nicaragua no dicen ni una palabra de si o no, porque a ellos lo que les interesaba era el petróleo y el dinero que el Gobierno de turno les entregara.

Lo curioso del caso es que Maduro se siente acompañado y no se da cuenta que está a un paso de enfrentar una de las soledades más fuertes, cuando quienes lo adulan pueden dar el paso de traición de un momento a otro.

Es grave la situación que atraviesa Venezuela; pero es más grave si desde este lado no nos damos cuenta que es el resultado de hacer mal la política; porque tarde o temprano el pueblo se aburre y se despierta y cuando llega el hambre y la represión nadie aguanta y puede explotar esa olla presión que está en medio de quienes se creen seguros en el poder.

Les deseamos lo mejor al pueblo venezolano, que existan hombres inteligentes que sepan concientizar a quienes deben de luchar para buscar la libertad y que la oposición se haga con bases firmes y evitando infiltraciones para no llegar al fracaso; pues de lo contrario las personas menos favorecidas serán las que paguen los sacos rotos.

Volviendo a Colombia, se notó la soberbia nuevamente del ex presidente Álvaro Uribe cuando de manera impetuosa y ante varios de sus seguidores cumplió con lo ordenado por el fallo de tutela, presentando por el periodista Daniel Samper Ospina quien le exigía retractarse de lo dicho, referente a que Samper Ospina no era ningún violador de menores.

A pesar de que ha bajado en las encuestas su popularidad, el ex mandatario se sigue considerando como poseedor del poder en la sombra y cree que del grupo de sus colaboradores saldrá el sucesor de Juan Manuel Santos Calderón.

Como decía en una oportunidad, estamos al frente de unas elecciones en donde habrá una masacre política, porque no se están buscando soluciones a los problemas nacionales, sino demostrar el poder y acabar con la honra de los contrincantes.

A estas alturas del partido no hay nada cierto y lo único cierto es el peligro al que se enfrentará a partir de esta semana la nueva reforma política, con la que el ejecutivo quiere poner freno a los vicios electorales arraigados en varios de los grupos políticos que estarán en la contienda electoral.

A pesar de la situación y del trabajo lento que habrá en esta legislatura, se espera de la grandeza de los honorables padres de la patria en un momento que todo lo político ha perdido credibilidad por parte del pueblo.

Las encuestas están mal hechas o el país ha cambiado, porque como van las cosas pueden ser Gustavo Petro o Claudia López los sucesores del actual presidente, mientras que en el partidor también encontramos a Germán Vargas Lleras y pare de contar, porque no hay nada seguro, nada acordado y nada que perfile a uno de los candidatos como verdadero ganador.

Se acabaron los partidos políticos tradicionales y comenzaron las coaliciones, pero la incertidumbre es grande en estos momentos porque no hay nada claro sobre el tapete.

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