martes marzo 26 de 2024

Amor difícil, más sabroso

Por Esteban Jaramillo Osorio

El Once Caldas le ganó al rival más resistido por la afición, por aquello de la “bestia negra”, enemigo directo en el descenso, en partido luchado e incierto hasta el final, con goles celebrados con júbilo y de buena concepción.

Nunca es tarde si la dicha es buena, decían nuestros padres. El triunfo reconforta, da confianza, libera presiones y fomenta la cohesión del grupo. Demuestra que otro mundo es posible cuando al esfuerzo se le suman intensidad y pasión.

No es un éxito definitivo. Es el coraje de continuar en la lucha, con el reencuentro del resultado, después de cuatro jornadas de agonía y sufrimiento, que invitaban al pesimismo.

Al rastrear razones de la desventaja en números, para el desgaste típico de las remontadas, como las del domingo anterior, se encuentra que repetidos y determinantes son los errores personales y de atención, como ha ocurrido en las últimas épocas. Por eso el Once perdía en los minutos iniciales con Equidad. Esa combinación de factores adversos, atribuida a sus propios jugadores, da al traste con la ilusión de los hinchas, de preservar la plaza como reducto imbatible.

A 13 puntos refrescantes del descenso directo, el técnico apuntala con relevos sus procedimientos de juego, los que en ocasiones se agrietan por la falta de calidad de algunos de sus elegidos, lo que enoja a la afición.

Cierto es que en el camino no hay muchos toques con clase. A excepción de Sinisterra, una realidad que asoma, promisoria, especialmente cuando el entrenador le da alternativas en el juego interno, donde desequilibra con desparpajo. También Yesus Cabrera, con influencia notable cuando está a tope en su rendimiento.

Perder ante Millonarios, Junior, o Cali, como ocurrió recientemente, por la calidad y valoración de sus nóminas, no es un drama. Lo es cuando la derrota es contra rivales de la parte baja comprometidos en los terrenos resbaladizos de la tabla y, especialmente, cuando los errores propios condenan y desbaratan los planes de juego. Cuando los jugadores restringen vacilantes sus aportaciones o cuando los nervios los devoran.

El triunfo del domingo se celebra porque fue sufrido. Como en el amor: mujer difícil más sabrosa.

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