La batalla de Mario González…
“Un partido de futbol no es de vida o muerte…es algo más” Bill Shankly, entrenador inglés.
La ayuda viene del cielo, dijo Mario González, cuando, con notable valentía, hizo pública su enfermedad. Dios, fe y trabajo. Situación similar a la de Hernán Peláez, que reconstruye cuerpo y vida, de manera ejemplar, en el refugio de Caracol y en su familia.
Lo de Mario fue duro y rápido: Primero una virosis, luego cuadro infeccioso agudo y en horas, leucemia. Todo en un santiamén. Estallaron entonces las redes y los silbidos con que tantas veces se le castigaba, cambiaron en frases de estímulo incondicional, de solidaridad general. Conmovedor fue ver a todos los equipos, en la fecha de entre semana, portando camisetas blancas de apoyo a sus momentos críticos.
La leucemia, furiosa, lo tiene contra las cuerdas, lo que le lleva a la defensa de su vida, entre sueños rotos, por el momento, de triunfar en Millonarios. Y vaya si Mario tiene con que consolidarse en el club azul. González, hombre discreto, dueño de silencios y de palabras, es un mediocampista de seda, golpeo exquisito, pase medido y depurada técnica. Pero estoy hoy importa poco. La prioridad está en la salvación de su cuerpo, porque, dada su fe, su alma tiene buena vibra. Frase de cajón, pero es el partido de su vida…de vida o muerte.
Mario sabe ahora que su mundo es diferente. Que en su extra tiempo no puede subordinarse a miedos o desfallecimientos. Su compromiso, de ahora en adelante, es de oro, con miles de razones para subsistir. No cabe en él una existencia vacía, sin sueños, sin optimismo. Ejemplos hay por cantidades de personas que lograron, con la ayuda de la ciencia y con la fe puesta en Dios, salir del abismo al que entraron algún día.
Caso concreto el de Bonner Mosquera, medio campista como él, con record de 500 partidos con la divisa de Millonarios. Le diagnosticaron Leucemia, se trató, regreso y añadió tres años a su vida deportiva.
Llegaran para él, para Mario González, momentos duros. La soledad, la ausencia del ruido de estadios, el olvido, la ardua reparación de sus órganos o la regeneración de sus tejidos. La caída del cabello o la falsa compasión de algunos de sus amigos. Reto grande entonces… ganar contra todo, pero con Dios y la familia.