miércoles marzo 27 de 2024

Guillermo Buitrago en el recuerdo

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Por: José Vanegas Mejía

Guillermo de Jesús Buitrago Henríquez nació en Ciénaga el 1 de abril de 1920. Sus padres: Roberto Buitrago Muñoz, antioqueño, y Teresa Mercedes Henríquez, cienaguera. Como muchos cantantes de antaño y de ahora, el conocido ‘Jilguero de la Sierra Nevada’ nunca cursó estudios de música; y como la inmensa mayoría de esos chicos, Guillermo comenzó acompañando los sones que escuchaba con lo que tuviera a mano: cajas de madera o de lata, implementos de cocina o simplemente silbando en solitario. La guitarra fue su compañera y con ella viajaba por los polvorientos pueblos del territorio costeño interpretando melodías inspiradas en escenas cotidianas de nuestros villorrios.

Buitrago fue figura clave para la divulgación de la música de la antigua Provincia. El cantante se presentaba en emisoras regionales como Ecos del Córdoba, Radio Magdalena de Santa Marta y Emisora Atlántico de Barranquilla. En 1940 había realizado una gira por la región central del Valle de Upar. Así conoció la riqueza musical de las comarcas. Cantó con diversos grupos y estuvo vinculado al vallenato con guitarra. Conformó el conjunto llamado ‘Buitrago y sus muchachos’, con Ángel Fontanilla como principal acompañante. Dio a conocer los primeros paseos de Escalona, de Tobías Enrique Pumarejo y de Emiliano Zuleta Baquero, entre otros.

Édgar Caballero Elías, conocedor de la vida y obra del cantautor, dice en su libro “Guillermo Buitrago, cantor del pueblo para todos los tiempos”: “El hecho de que un humilde cantante provinciano, sorteando toda clase de dificultades, pudiera conquistar las simpatías de toda la región en primera instancia para luego meterse en el corazón de todo un país, en tiempos en que no se disponía ni en sueños de las ventajas de que hoy gozan los artistas jóvenes, es no solo una hazaña, sino indicativo de que ese artista fue alguien totalmente fuera de serie, un cantautor y músico que dividió la historia de nuestra música”.

Las nuevas generaciones ―sobre todo en el interior del país― tienden a confundir el nombre y las canciones de Buitrago con las de un cantante que surgió en la década de los noventa, llamado ‘Buitraguito’. Este hecho, aunque no parece malintencionado, desvía en cierta forma el respeto y la admiración que el pueblo colombiano debe al precursor de la música vallenata con guitarra. Pero, como dice un adagio popular, “una cosa es con guitarra y otra cosa es con violín”.

Cada vez son menos las personas que recuerdan las presentaciones radiales de Buitrago en las emisoras La voz de Santa Marta y Radio Magdalena. En la memoria de ellas permanece la imagen del cantante que, vestido de blanco, después de cada audición se apresuraba a tomar el tren de la tarde para regresar a su Ciénaga natal. Era el mismo “tren-diablo” que ahora añoramos y en el cual Escalona ingresaba a Santa Marta para estudiar en el Liceo Celedón después de sus vacaciones. Gracias, Maestro, por sus canciones propias y por las interpretadas con su estilo único. Gracias por ‘Arbolito de Navidad’, ‘La piña madura’, ‘Las mujeres a mí no me quieren’, ‘Compa’e Heliodoro’, ‘La víspera de Año Nuevo’, ‘La piña madura’, y la pieza musical ‘Qué criterio’, del maestro Emiliano Zuleta, conocida hoy mundialmente como ‘La gota fría’.

Siempre serán insuficientes las notas que se escriban para rendir homenaje a Guillermo Buitrago. Su muerte, recién cumplidos sus veintinueve años, truncó una carrera promisoria; pero dio inicio a la leyenda de quien hoy cumpliría noventa y seis años.

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