domingo diciembre 8 de 2024

De los valores en la política

21 marzo, 2017 Opinión, Política

Por: Carlos Alberto Baena López

@Baena

En tiempos de aparente confusión, cuando la información que proviene de las fuentes más diversas colma todo espacio de opinión a causa de la abundancia de sus contenidos, son recomendables la reflexión y el análisis. Esto permite mayor claridad al tomar decisiones y regresar a lo fundamental. El presente de la política en Colombia así lo exige.

La importancia de guardar coherencia entre el discurso y los hechos debe ser ahora más que nunca, apreciada y dignificada. La Política, una actividad honorable y respetable en sus orígenes, con el paso del tiempo ha perdido esas virtudes. Una de las principales causas de este fenómeno mundial, aunque con mayor incidencia en unos países que en otros, ha sido la decisión de quienes en ella participan y trabajan, de hacer a un lado los valores que deben inspirar su trabajo.

Un primer ejemplo, puede hallarse en la persona que antepone sus pretensiones individuales, sobre las de todo el conglomerado que representa. Naturalmente, esto va en contra vía de la esencia misma de la Política. Quien así quiera proceder, debería dedicarse a otros menesteres, mas no a los asuntos públicos, porque estos demandan que primero sea lo general y luego lo personal.

El segundo, consiste en Hacer el Trabajo que, por causa de la labor política, el pueblo ha confiado a sus representantes e instituciones. El ejercicio político, bien entendido y bien hecho, demanda auténtica entrega. Es una vocación real que demanda disposición y actitud permanentes. Cuando este enfoque no está presente, los resultados positivos en beneficio de la comunidad son escasos, o en algunos eventos, inexistentes.

Y un tercer ejemplo, sin pretender agotar con estos tres todo el panorama, se encuentra en recorrer el camino necesario, sin pretender acortarlo con atajos inapropiados. El éxito en la política, que no siempre equivale a ganar las elecciones, requiere lazos estrechos y sólidos entre la ciudadanía, sus partidos políticos y los representantes. Cuando se exploran vías “más fáciles o más veloces” para establecer estos vínculos, los resultados no traen consigo la satisfacción del deber cumplido, por las deficiencias del procedimiento escogido.

La Política, insistimos, sigue siendo una labor digna que, para colmarla de lo que eso significa y obtener el favor ciudadano, debe ser entendida, y practicada, dentro del marco que los Valores. Esa es la ruta, permanente e invariable, aunque transcurra el tiempo, y también las edades.

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