jueves marzo 28 de 2024

EmPápate EN LOS ZAPATOS DEL PAPA FRANCISCO

Por Guillermo Romero Salamanca

Muy pocas personas conocen los pies del papa Francisco. Uno de ellos es su fisioterapeuta y el zapatero Carlos Samaria, quien desde hace más de 40 años confecciona esos zapatos negros de amarrar.

Se le ve caminar mal, por fortuna ahora no carga ese pesado maletín negro en cuero, donde llevaba sus discursos, sus apuntes y utensilios de primera mano.

El 28 de septiembre del 2015, Federico Lombardi, portavoz en ese momento del Vaticano, le comentó a la prensa en la visita que hiciera a los Estados Unidos: “El Papa Francisco sufre de la cadera y es sometido a sesiones regulares de fisioterapia”, cuando le preguntaron  sobre la cojera del Sucesor de san Pedro.

“El Papa sufre de problemas en el movimiento de sus piernas. Algunos días está mejor que otros. Durante un viaje como éste, (el de los Estados Unidos), en el que debe desplazarse a menudo, está un poco fatigado físicamente. Es normal. Pero felizmente duerme muy bien”, agregó Lombardi.

El problema de su caminar se nota más cuando sube o baja escalones y, en algunas ocasiones, un secretario o un sacerdote le ayuda tomándole del brazo.

La campana de alarma repicó el 28 de julio del 2016 en Czestokowa, Polonia, cuando tropezó y cayó en la celebración del 1.050 aniversario de la cristianización del país.

Carlos Samaria, el zapatero del Papa Francisco

UNAS GALOCHAS

Carlos Samaria guarda la horma 42/43 con la cual elabora los zapatos del Pontífice.

Gaceta le preguntó: “¿cómo son los zapatos del Papa?”, el remendón contestó: “un corte sencillo, sobre becerro negro, capellada lisa, sin firuletes. Si uno agarra un zapato del Papa parece una galocha, sin adorno pero con cordones”.

En Buenos Aires, galocha se le dice a un cubre calzado de plástico que evita que se moje con la lluvia. En Colombia se le conoce como chapín.

Un mes después de su elección, el Papa Francisco llamó a su zapatero: “Hola Samaria. Habla Bergoglio”, a lo que el zapatero respondió sorprendido “¿Pero quién es?”, y el Pontífice respondió: “Samaria, soy Francisco, ¡el Papa!”.

Tenía que saludarlo, no en vano habían pasado 40 años en conversaciones sobre diferentes temas. Le informó que no usaría los zapatos rojos de su cargo, sino que por motivos de salud, seguiría con los mismos que había llevado a Roma.

CON CORDONES ANCHOS

Los medios de comunicación lo buscaron para que contara más detalles sobre el nuevo Pontífice. “Él es un hombre muy bueno. Humilde como un pajarito. Él es un hombre que está muy cerca, siempre tocando la miseria humana”, dijo el dueño de Ortopedia Alemana en Buenos Aires.

Samaria, en su momento, confesó intimidades del Papa Francisco, hasta del uso de sus cordones que deben ser “como Dios manda, como eran antes, amplios para que pueda mover los pies, porque necesita mover los dedos”.

El zapatero lo conoció como rector del Colegio Máximo de san Miguel. “Entonces comencé haciéndole los zapatos. Cuando lo nombraron obispo, en la ceremonia donde se acuesta él en el piso, se veían los agujeritos en las suelas. Cuando fue cardenal, se puso los mismos zapatos; los quise cambiar y no quiso. Se puso los mismos zapatos, no los nuevos que se había hecho”, dijo Carlos a los periodistas.

LOS ZAPATOS DEL PESCADOR

El jueves 22 de diciembre del 2016, los corresponsales del Vaticano, de diferentes partes del mundo, comentaban sobre las fotos que encontraron en Facebook del Papa Francisco comprado zapatos y preguntando por plantillas en la tienda de ortopedia “Fisioitop” en la Vía Gelsomino, en Roma.

Son los zapatos que utiliza un servidor de la Iglesia, del sacerdote que iba a las barriadas para hablar de libertad, del obispo que oficiaba misas para un grupo de prostitutas y cartoneros del barrio Constitución de Buenos Aires, del hombre que se entristece al ver a los refugiados sirios cuando llegan a Lesbos, del ser humano que lava los pies a musulmanes, mujeres y niños en Semana Santa, del que se arrodilla ante la mirada atónica de presos en las cárceles y del Papa que camina con una Iglesia en busca de la misericordia de Dios.

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