martes marzo 19 de 2024

El Ojo del Halkón La humanidad no solo está enferma de COVID-19

 

Por: Rubén Darío Mejía Sánchez

Bogotá, 4 de abril_ RAM_ Parece que a todos los que hacemos columnas de opinión nos está sucediendo lo mismo en los últimos días, porque tenemos un tema para escribir y se nos atraviesa otro en el camino, sin que esto quiera decir que el tema que íbamos a tratar no era de importancia.

No me han gustado mucho los ventrílocuos, porque por lo general están errados en creer que para hacer reír deben de usar la vulgaridad en sus comentarios, pero como uno debe de ver, oír y leer de todo, pues uno los ha escuchado en alguna oportunidad y recuerdo a Kini, el de Donoso cuando decía, y ahora veo con justa razón “me saca la piedra”.

No le cambio el nombre a esta columna por lo que decía Kini, pero de verdad me saca la piedra el comportamiento de muchos colombianos y en especial en Bogotá, y conste que amo a Bogotá, porque le agradezco mucho, quizá toda mi carrera como periodista y los logros que he tenido como persona y ciudadano; pero no hay derecho que primero sean los taxistas los que no quieran prestar el servicio a los servidores de la salud, así se llamen médicos, enfermeras o auxiliares y que ahora en un barrio capitalino se le pida a una enfermera que ha trabajado por espacio de 48 horas seguidas atendiendo personas afectadas por el COVID-19 que salga del barrio, solo por considerar que puede estar afectada, aunque nunca se le preguntó si en la entidad hospitalaria donde presta sus servicios hay personas infectadas con el virus.

Me parece el colmo y recuerdo lo que les contaba a ustedes hace unas semanas en una de mis columnas de un taxista que se atrevió a negar el servicio a una persona mayor y a otro que se atrevió a decir que era que a personas mayores, con incapacidades y a mujeres con niños no les gustaba prestarles el servicio y para rematar, un joven taxista le dijo a un mayor “usted que pide si ya tiene la lápida pegada en su…”.

En un video conocido esta semana se ve como un joven de unos 30 años debe de bajarse de su moto, porque siente dolores y ahogamiento y pasan por ahí varias ambulancias y personas quienes de manera inhumana le niegan la atención y la prestación de un servicio urgente en un momento de estos tan delicado.

Esto me recuerda a un pasaje de la Biblia, que el libro sagrado de los cristianos ha titulado “El buen samaritano” y narra cómo hay una persona con problemas de salud y pasa uno que no lo atiende porque no es de su religión y pasa otro que tampoco lo atiende porque no es de su pueblo hasta que pasa un hombre no tan creyente y extraño al pueblo y le presta el servicio.

De esto debíamos de aprender, no estoy citando textualmente lo sucedido porque no es mi interés dar una lección de religión, sino mostrar como estamos llenos de egoísmo en donde no nos importa sino lo que nos pasa a nosotros, sin pensar en los demás.

Ese egoísmo también cuando estamos en medio de una pandemia, las autoridades dictan medidas y los ciudadanos no las obedecen y salen simplemente sin ton ni razón a la calle olvidándose que están poniendo en peligro sus vidas al poder ser afectados y contagiar a los demás. Y como dijera alguien, es la tapa del congolo que cuando comienza la semana mayor para los católicos y algunos sectores de la iglesia cristiana, los ciudadanos si se les puede llamar así, irresponsables, han sacado sus carros para viajar a las fincas en plan de vacaciones, no contentos de no cumplir las normas sino poner en peligro a las personas buenas y trabajadoras de la provincia.

Lo que muchos han llamado, “la semana santa” para otros es una parranda santa y es lo que estamos viendo en este momento.

No es necesario creer en Dios para hacer generosos, pensar no solo en los mayores y en los niños sino en todos, porque se está cometiendo un error y es creer que el COVID-19 no afecta sino a los viejos y a los niños; es verdad, son los de mayor riesgo, pero han muerto jóvenes y niños recién nacidos, porque este mal no mira ni clases sociales, ni razas ni religiones ni sectores políticos.

Se queda uno atónito cuando ve a los honorables Padres de la Patria con un afán tremendo de trabajar, así sea de manera virtual y se pregunta uno y porque en épocas normales brillan por su ausencia y ahora muy juiciosos quieren mostrarse ante un pueblo que va a quedar cansado, pobre y decepcionado, quizá no será porque esperan ser reelegidos como lo han hecho y lo están haciendo algunos de los gobernantes, quienes han demostrado mas el interés por ser reelegidos que por ponerle frente para frenar este gran problema.

Da pena escuchar los mensajes de quien ruega que se piense primero en la salud y luego en el dinero, porque en muchos sectores de la sociedad solo se piensa en esto, se piensa en los trabajos que se están perdiendo, en las empresas que se van a cerrar, pero bien decía uno de esos buenos personajes que maneja uno de los centros comerciales de Bogotá, que por encima de todo estaba la vida y salud de las gentes, pues de lo contrario no llegarían a tener en un futuro quien trabajara y produjera.

El Gobierno debía de castigar o pedir a la justicia que castigara a aquellos que no les prestan los servicios a los servidores de la salud, a aquellos inhumanos que rechazan a quienes trabajan por el bienestar de todos y que no piensan que hoy rechazan a un medico o a una enfermera y mañana este ser de poco valor para ellos, puedes salvarles su propia vida.

En el transcurso de la semana, durante una de las conversaciones alguien me dijo con el dolor en el alma, “es que simplemente la humanidad está enferma y no está enferma de Coronavirus sino mental y espiritualmente, porque no le interesa el mundo que le rodea y en el que vive”.

Otro asunto que no tiene nombre es el enfrentamiento del presidente Duque, aunque él lo niegue, con los gobiernos locales y los gobiernos locales con el Presidente de la República; parece que esta fuera la oportunidad para mostrar quien hace las cosas mejor y quien es el que manda, cuando lo que interesa es trabajar unidos para salir delante de una pandemia que nos tiene acorralados y que no sabemos cuando se va a ir de nuestro medio y que dejará, esperamos que no, muchas muertes y personas contagiadas que deben de luchar entre la vida y la muerte para salir adelante.

Es el momento de la unidad, del trabajo a conciencia y de dejar los intereses mezquinos a un lado y que el Gobierno no ofrezca lo que no puede ofrecer, por ejemplo, ofreció que los bancos iban a bajar sus tasas de interés e iban a ayudar a los mas necesitados y esto último no es verdad, porque a un mediano empresario que pidió ayuda le dijeron que no calificaba, que para hacerle el préstamo era necesario que moviera más de mil millones de pesos. Ustedes creen que si esta persona tuviera esos mil millones de pesos estaría casi pidiendo limosna para pagar a sus trabajadores y cumplir con las obligaciones que tiene pendiente.

Un funcionario que tiene que ver con telefonía celular salió a los medios de comunicación y gritó a los cuatro vientos que los operadores habían llegado a unos acuerdos para que nadie se quedar sin comunicación en este momento de la pandemia y eso no ha sido así, los operadores siguen cobrando día y noche y por mas que las personas explican la situación por la que están pasando ellos insisten y casi quieren sacarle el bocado de comida de la boca. Es cierto que cada quien debe pagar sus obligaciones, pero no se le debe quitar un bocado de comida mientras que estas multinacionales se han llenado los bolsillos con el dinero de los colombianos, y lo que duele es que se les engañe ofreciéndoles lo que no se les va a cumplir.

Por último, quiero decir que es muy loable que se haya ofrecido ayudar a las clases menos favorecidas; pero no han faltado los avivatos que salen beneficiados y quienes dan estos beneficios parece que no tuvieran las herramientas para hacer los filtros necesarios y que las ayudas de verdad lleguen a quienes sí necesitan.

Tuve la oportunidad de ver un video de lo que sucedía al sur de la ciudad, estaba un camión repleto de bolsas de comida y le entregaba a una pareja que llegó, bien vestida, no se le notaba necesidad de nada y lo peor es que les entregaban y les entregaban y ellos los llevaban a sus carros lujosos que estaban parqueados detrás del camión, mientras que un señor de aspecto humilde estiraba su mano en solicitud de una limosna y ni siquiera le ponían cuidado.

Definitivamente esta humanidad está enferma de egoísmo, de egocentrismo, sin pensar en el bien de los demás sino en el propio.

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