¿Habrá un trancón electoral en Colombia?
Andrés Hoyos
Por fortuna, para las elecciones presidenciales en Colombia la Constitución prevé el ballotage en caso de que ningún candidato saque el 50% de los votos en la 1ª vuelta. ¿Pero qué pasa si ninguno pasa del 20%? Bueno, tendrá que haber primarias y demás, con el peligro de que por la ley de menor resistencia al final queden los menos adecuados.
La lista de quienes declararon su intención de lanzarse o al menos husmean alrededor de la registraduría ha crecido bastante. Según índice alfabético de nombre, son más de 30: Aníbal Gaviria, Carolina Corcho, Claudia López, Daniel Quintero, David Luna, Enrique Peñalosa, Francia Márquez, Francisco Barbosa, Germán Vargas Lleras, Gustavo Bolívar, Ingrid Betancur, José Manuel Restrepo, Juan Carlos Echeverry, Juan Carlos Pinzón, Juan Daniel Oviedo, Juan Fernando Cristo, Juan Guillermo Zuluaga, Juan Manuel Galán, Luis Alberto Moreno, Luis Gilberto Murillo, María Fernanda Cabal, María José Pizarro, Mauricio Cárdenas, Mauricio Gómez, Miguel Uribe, Paloma Valencia, Paola Holguín, Roy Barreras, Santiago Botero, Sergio Fajardo, Susana Muhammad, Vicky Dávila. En fin, solo faltan el tío o la tía soltera del vecino. Claro, cualquiera entiende que muchos de los citados se irán evaporando en la falta de popularidad o de respaldo, pero siguen siendo un montón.
Una cantidad semejante no es fácil de decantar en un proceso de primarias y, como los partidos brillan por su ausencia, ni modos de sacar a nadie con recurso a la disciplina. Parece bien poco envidiable el dilema que enfrenta esta gente que va con la gran mochila del ego al hombro. Fueran aspirantes a una lista para el Senado o la Cámara de Representantes, vaya y venga, pero aspiran a presidentes, un único puesto. También es inevitable que de semejante chorrera salga un presidente lleno de ataduras y más adelante paralizado. El cambio, buen o malo, bueno y malo, seguirá a paso no de tortuga, sino de babosa.
A unos pocos les tocará su cuarto de hora bajo los reflectores, quizá veinte minutos, aunque después la atención del público migrará. Como suele pasar en los trancones de tráfico, no faltará el avivato, hombre o mujer, que quiera ir en contravía o saltarse los separadores legales. Abundará el billete, más ilegal que el legal, con el caveat de que a los ganadores no les revisan las cuentas; solo a los perdedores.
Pasará otra vez que los electores no votarán por los problemas importantes, sino por los temas de relumbrón. Perversa que es la política en un país emproblemado como Colombia, por lo general no se ocupa de lo esencial y lo deja a la bulla de los cocos. Otra vez abundarán los votantes arrepentidos. Era que yo no sabía. Pues bien, cierto sí es que saber lo que se dice saber es poco lo que se sabe de las actuales opciones políticas.
Mucha culpa recae en la disolución o desaparición de los partidos políticos. Entre la larga lista de los citados apenas unos pocos pertenecen a uno vigente. ¿Por qué no militan en ninguna parte? A ellos les toca responder, aunque tiene que ser que no les gustan los límites y los compromisos políticos, un mal signo.
El gobierno terminará escogiendo alguno de preferido, así no lo haya sido al comienzo. Eso podría no ayudar al seleccionado. Los hechos nuevos y viejos de corrupción seguirán a la orden del día, como siguen hoy. Colombia seguirá siendo un país sin autoridad. Grupos armados de diverso pelaje seguirán tan campantes en las regiones.