
Elegía al tallador de piedras
¿Quién no se ha dejado seducir, tras la vidriera de una pomposa joyería, del fulgor luciferino de un diamante, del erótico carmín de un rubí, del azul imposible de un zafiro, o del codicioso verdor de una esmeralda en su magnífica gama de facetas: un cono, una pirámide, una gota, un óvalo, una lágrima?