“Pelea de tigre con Burro amarrado”
Que el gol es la esencia del fútbol, no se discute. Que, a su vez, representa la alegría y la fiesta, tampoco. Es, además, actitud y motivación para buscar el triunfo con amplitud e intensidad. Venía de ver al Arsenal encendido, virtuoso y arrasador, con goles de factura, en un 4-1 inobjetable ante el rocoso Liverpool. Luego Manchester, que reencontró el brillo, encendió las luces y reconstruyó su fútbol, pisando firme por lo alto en la Premier. Más tarde al Bayern, con sus figuras entre algodones, para vencer por escaso margen a su rival de siempre, el Dortmund, acercándose así al título, con valoradas lecciones tácticas, demostrando que en este juego no hay verdades únicas.
De mañana, muy temprano, en horario de celador y taxista madrugador, llegó Real Madrid con su aplastante demostración ante el Granada insolvente. Cristiano depredador con sus cinco goles y otro registro histórico. Fue un triunfo insípido porque no hubo competencia. Quería ver a James, en lento retorno, con dos asistencias, pero, en general, intrascendente. Confieso que es lo único que me amarra al Madrid. Cristiano no me cuadra. Tiene talento natural, su voracidad goleadora es implacable, excita las tribunas, pero se olvida del equipo como concepto básico del fútbol. Todo se canaliza en él, las celebraciones son hilarantes, muy suyas, exhibiendo su armadura entre muecas egocéntricas. Tiene, eso sí, hambre de triunfo. Ese fuego que solo habita en los elegidos. El mismo que hoy demuestran, en nuestro medio, Santa Fe y Envigado, que se le agota por momentos al Cali y se le extravía a Nacional.
En este último, saliendo un poco del tema, los jugadores ganan cuando quieren, pero, a la vez, pierden sin parpadear, con colapsos constantes que requieren de inmediatos ajustes tácticos, para evitar un mal mayor.
Cristiano sabe que es ídolo y héroe. Que hasta sus estornudos son noticia, que debe cuidar su apariencia pulcra entre ropas ajustadas, mechones, coches lujosos y tinturas; que no tiene fisuras en su vida privada, que se ve hombre modelo y familiar, pero sus goles, celebrados por sus hinchas enardecidos, no tienen el mismo sabor entre los aficionados del mundo. Contra el Madrid, su chequera y sus estrellas es difícil competir.