miércoles marzo 27 de 2024

La discapacidad no es impedimento para triunfar en el deporte

La jugadora Florencia Núñez (c) de la selección de fútbol de amputados de Uruguay en acción ante David Vilchez (i) de Perú durante el Torneo Suramericano de Fútbol de Amputados que se disputa en el balneario de Salgar, frente al mar Caribe en Colombia. EFE/ Ricardo Maldonado Rozo

Hugo Penso Correa 

Salgar (Colombia), 19 mar (EFE).- La guerra, una grave enfermedad o accidentes laborales o de tránsito están detrás de las historias de cada uno de los 113 «guerreros de la vida» que participan en el suramericano de fútbol de amputados que se disputa en el balneario de Salgar, frente al mar Caribe en Colombia.

Más allá del objetivo de clasificar al mundial de la disciplina que se realizará en octubre en Turquía, los integrantes de las siete selecciones de esta parte del continente superan con amplio margen las dificultades físicas que les impone no tener una pierna.

En la cancha sintética donde se juegan los partidos del torneo, que da cuatro cupos al Mundial, a los atletas les basta un solo pie para correr, gambetear, cabecear e incluso taclear a sus rivales.

Con las tribunas abarrotadas, en su mayoría por lugareños que les animan como si fueran locales, los representantes de Argentina, Brasil, Chile, Uruguay, Perú, Ecuador y Colombia sienten el mismo respaldo y la presión por la importancia del torneo.

Persiguiendo a un jefe guerrillero

Jorge Henao, quien fue soldado profesional durante ocho años y hoy es futbolista, hacía parte de un escuadrón del Ejército colombiano que perseguía al guerrillero Hernán Darío Velásquez, alias «El Paisa», uno de los más sanguinarios jefes de las FARC, antes de la firma del acuerdo de paz de 2016.

«En 2010 estábamos en un operativo de persecución contra ‘El Paisa’ en el departamento del Cauca (suroeste) y en medio del combate activé un campo minado», cuenta a Efe Henao, quien después de ser soldado profesional durante ocho años hoy ve en el fútbol de amputados “una segunda oportunidad de vida para seguirla gozando».

Henao confiesa que desde niño quiso ser futbolista y representar a Colombia como integrante de la selección y hoy siente que jugar este deporte es «una nueva forma de nacer y de mejorar no solamente en lo físico sino en lo mental».

Quien lo acercó al deporte fue David Taborda, otro militar amputado y que hoy es su compañero en la selección colombiana. Ese amigo lo llevó a practicar un deporte con el que ha podido representar a su país en una Copa América y, de ser posible, en un Mundial este año.

«Para mi es fantástico cuando me caigo y me vuelvo a parar, porque cada vez me hago más fuerte», comenta Henao, quien dice que si hay algo de lo que se siente orgulloso es de haber pertenecido a las Fuerzas Militares de Colombia.

Una mujer entre muchos hombres

Una menuda figura, una cabellera rubia y una “endiablada” rapidez para regatear y dejar atrás a las defensas rivales mientras domina el balón con una técnica magistral describen a la uruguaya Florencia Núñez, que es la única mujer que participa en el torneo.

Con la selección de fútbol de amputados Charrúa, Florencia ya ha marcado dos veces. La primera fue hace cuatro años el mundial realizado en México y el segundo cuando su equipo venció a Perú 5-2 en el torneo de Salgar.

«Ha sido mucho esfuerzo, mucho trabajo, mucho tiempo perdido para nuestras familias, porque este es un deporte aficionado, es todo por amor al arte, pero un premio a todo esto va a ser esta clasificación si Dios quiere», explica la mujer.

Ella perdió su pierna cuando tenía año y medio por un cáncer de tibia y peroné. Los médicos decidieron amputarle la pierna por debajo de la rodilla.

Al preguntarle sobre qué tan difícil es jugar frente a los hombres, sonríe y responde que «es muy duro porque hay mucho contacto físico, pero yo me he dado la confianza para sentirme bien dentro de la cancha».

«Soy uruguaya, tengo la garra charrúa que se necesita y a veces es muy fuerte, pero todo lo doy por esta camiseta», afirma Florencia.

El fútbol me rehabilitó

El portero chileno Sergio Gómez perdió su mano a los 21 años en un accidente laboral y aunque desde niño soñaba con jugar a nivel profesional, fue solamente después de ese impasse que fue vinculado a un equipo de la tercera división de su país para jugar en el medio campo.

«Estaba en la universidad estudiando ingeniería cuando por un amigo me vinculé al Tomás Greig y aunque me faltaba una mano, eso no era problema para destacarme, incluso tenía un estilo de juego parecido al del colombiano Teófilo Gutiérrez porque se la pongo difícil a los defensores», narró a Efe Gómez.

Reconoce que le debe mucho al fútbol porque gracias a él se recuperó y hoy, tras retirarse del profesionalismo, sigue aprendiendo en la portería, un posición con la no estaba familiarizado y que en esta disciplina es más difícil porque las reglas le prohíben salir del área.

«Es una nueva posición en la que estoy aprendiendo cosas nuevas, pero que me permite seguir jugando fútbol, que es lo que me ayudó a salir adelante», anota el chileno, que junto a los otros 112 deportistas sueñan en grande pese a las adversidades. EFE

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