
«La violencia, un cáncer». Sánchez II
¿Cuánta tinta hemos gastado los colombianos en diagnósticos sobre el origen de la la violencia inveterada que nos ha asolado y que nos señala ante el mundo como uno de los países en que la vida humana,
¿Cuánta tinta hemos gastado los colombianos en diagnósticos sobre el origen de la la violencia inveterada que nos ha asolado y que nos señala ante el mundo como uno de los países en que la vida humana,
Los de Centro, firmes. Aquí estamos y aquí nos quedamos. Una aclaración, cuya pertinencia me parece necesaria: quien ésto escribe, anduvo en la política, del Partido Conservador, para concretar. En su representación ocupó varios cargos en la admiración del Departamento de Caldas y fue electo como suplente a la Cámara de Representantes en 1990 y revocado por la Constitución de 1991.
Flaca es la memoria. Durante cuatro, de cinco meses, estuve atento a lo que sucedía en el Centro de Convenciones Gonzalo Jiménez de Quesada, situado en el corazón de Bogotá, donde se reunieron 74 colombianos elegidos para hacer parte de la Asamblea Nacional Constituyente que en Julio de 1.991 promulgó la Constitución que con sus ya numerosas reformas,
Beatriz Zuluaga falleció el 19 de marzo del presente año. De La Patria de Manizales me llamaron para que dijera unas palabras sobre su deceso y del corazón me salió la frase de que Beatriz había sido mi hermana mayor. Los amigos son los hermanos que uno se encuentra a través del itinerario de la vida, según se ha consignado.
Conocí a Carlos-Ariel Betancur hacia el año de l.953 en el Colegio de Nuestra Señora de Manizales. Yo estaba interno. Carlos-Ariel, quien había terminado su bachillerato en el mismo plantel, andaba enrolado, a pesar de su juventud, como catedrático. Yo cursaba primero. Carlos-Ariel , además, en el internado,
Cuando, al finalizar el mes de diciembre del 2022, me encontré cerca del Carulla que frecuento en Bogotá, en Chapinero, con mi amigo John Mario González, un exitoso analista político y correcaminos y me dijo que se iba a pasar año nuevo a Kiev, la capital de Ucrania, creí que me estaba tomando del poco pelo que me queda.
Presento excusas de antemano a los lectores por la extensión de este artículo, máxime cuando en el no van a encontrar nada original, ni opiniones que no conozcan o hayan escuchado, ni vayan a descubrir que el agua moja. Es que estoy entre perplejo y atónito.
14 de junio de 1800. Roma. El pintor Mario Cavadarossi, termina la imagen de María Magdalena en la capilla de la familia Attavanti. Su amante, Floria Tosca, una deslumbrante soprano de profesión, sufre de unos celos desbordados.
Fueron 36 los muertos en el atentado terrorista del 7 de febrero del 2003 al Club El Nogal de Bogotá y 198 los heridos. En la lista de muertos figuran los nombres de los dos autores materiales del horroroso empeño, Jhon Freddy Arellán Zúñiga y su tío Oswaldo Arellán, quien introdujo, éste último, a los garajes del edificio ,
Eje 21 reprodujo ayer el relato que escribí para el diario La Patria de Manizales el día 9 de Febrero del 2003 sobre el acto terrorista que las Farc dirigieron contra el Club El Nogal de la ciudad de Bogotá que ocasionó la muerte de treinta y seis personas y 167 heridos, muchos de ellos con secuelas físicas permanentes como consecuencia de semejante atrocidad.