viernes marzo 29 de 2024

Hay un hueco en el vecindario

27 abril, 2019 Opinión

 Por Andrés Hoyos

  Escribo esta columna exclusivamente para el grupo de mis lectores más asiduos. ¿Que cómo sé que me leen con frecuencia? La tecnología asociada a mi sistema de correos me da las listas de los lectores que pinchan en el enlace cada vez que envío algo, de modo que quienes figuran repetidamente en ellas pueden considerarse asiduos. Otros simplemente me piden las columnas por correo.

–No fastidie, Hoyos, medio abrir un enlace no me hace fan suyo.

–Aceptado, es apenas un indicio.

Igual, esta columna no va a circular por ningún otro medio que no sea este de los correos.

Las columnas mías que usted lee con alguna frecuencia tienen la tendencia a ser de actualidad –por el mismo método de arriba sé que no es fácil conseguir lectores para temas que no tengan relación con lo que está pasando ahora– y no siempre se refieren a las cosas que más me importan. ¿Que son cuáles, señor? Aparte de un puñado de personas cercanas y su bienestar, lo que más importa son las artes, en especial la literatura o las literaturas, salpicadas por el flujo de las ideas en un formato no sistemático. También he sido fan de la narrativa audiovisual, del arte plástico a la antigua (pintura, sobre todo, y escultura), del periodismo de gran fondo, de las músicas y de la arquitectura.

Es fácil ver por la extensión que figura en mi dirección de correos y por lo que aquí y allá sale sobre mí en internet, que soy escritor y estoy vinculado hace más de veinte años a la revista El Malpensante. Me toca entonces confirmar que he gastado ingentes cantidades de dinero y de tiempo en mantenerla viva y últimamente la editorial Libros-Malpensante. ¿Por qué, por vanidad? Hubo alguna hace mucho, pero esa poca se gastó en su momento. Publico El Malpensante por ser un viejo lector de revistas de papel. Citemos a The New Yorker, The New York Review of Books, Harper’s, entre las gringas, que sí son las mejores del mundo en mi poco humilde opinión.

Me dirán ustedes que revistas como El Malpensante no son indispensables, en el sentido de que cualquiera país puede vivir sin ellas. Cierto, un país puede vivir con menos revistas, además de que puede vivir sin usted y sin mí. Bastará morir mañana para sospechar o presuponer que después de las esquelas y de los ocasionales obituarios, el olvido se irá encargando de nosotros sin mayor problema. Igual, hoy estamos vivos, no muertos, y revistas como El Malpensante son para los muy vivos, los curiosos, los insatisfechos, los itinerantes. Aspiran a gravitar en la memoria de sus lectores.

Entiendo que muchos de mis lectores asiduos no sean suscriptores de El Malpensante o sean exsuscriptores. Claro que me gustaría tenerlos de suscriptores a la revista física o volverlos a tener. Estoy hoy solo es viable para Colombia, pues los envíos internacionales son en extremo costosos. En caso de que le interese suscribirse, aquí encuentra un enlace expedito y amigable:

https://www.elmalpensante.com/suscripciones

Sin embargo, ahora tenemos que dar el gran salto digital, pospuesto en el pasado por errores nuestros y por el alto costo que implicaba. En particular, necesitamos poder ofrecer una plataforma digna. Por fin tenemos el plan de instalarla; el inconveniente es que la oferta adecuada que recibimos cuesta la bobadita de 8.000 libras al año. Por eso, y en general porque somos optimistas, estamos lanzando una campaña de Fundraising. ¿No quiere o no puede suscribirse a nuestra edición de papel? Aquí tiene una posibilidad de ayudarnos, volviéndose amigo, socio o –cruzo los dedos– mecenas de El Malpensante y su proyecto:

http://bit.ly/2XJzSfc

Claro, una donación periódica, grande o pequeña, sería ideal, pero no es el único camino. Necesitamos amigos, autores, inquietudes, promoción. Hasta una palmadita en la espalda es bienvenida.

Igual, espero que entiendan que uno espera apoyos tangibles para la revista y su entorno. Ya me dirá usted si se le mide a hacer algo por nosotros o con nosotros. Mucho se lo agradeceríamos.

[email protected]

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